viernes, julio 18, 2014

La siguiente salida o de lo sencillo que es soltar las amarras.




"Aunque nada cambie, si yo cambio, todo cambia."
Honoré de Balzac.

Si alguna vez les ha molestado la ropa después de asolearse por mucho tiempo hasta enrojecer la piel, entenderán la sensación que he tenido todo el día sobre mis hombros. No es producto de un descuido en la piel sino uno mental que se ha traducido en estrés y que provoca que la sensibilidad de mis hombros sea exagerada.

Conservo la calma, analizo y resuelvo.

Soy responsable de mi cuerpo y mente y sé que lo que me molesta lo hace porque yo así lo decido... y entonces por qué me siento mal?

He cambiado tantas veces que debería estar acostumbrada y sin embargo tengo una opresión en el pecho que se extiende a mis hombros, sube por mi garganta y ahí se estaciona esperando salir en forma de palabras. Pero no. He aprendido que la verdad debe ser para unos cuantos y no para quienes no la entienden.


Analizo...


No es miedo al cambio; no es miedo al futuro. Es la sensación de que el lugar al que estaba acostumbrada a llamar hogar, aunque no lo fuera nunca en realidad, desaparecerá por completo en cuanto cierre la puerta detrás de mi.

Duele porque no es un proceso de ahora... es una madeja de estambre cuya hebra esta en manos de alguien que la ha jalado durante siglos sin detenerse y en mi mano esta el otro extremo a punto de soltarlo para darme la vuelta y avanzar.

No es miedo al futuro esperanzador y brillante, es sólo la idea de que en cuanto gire lo que hay atrás desaparecerá no por mi gusto, sino porque no queda nada que valga la pena conservar.

Antes ya he dicho que el pasado no es lo que somos pero sí la referencia.

Me preparo para dar el siguiente paso. Me preparo para las fortunas y las desgracias y agradezco no estar sola en éste nuevo viaje.  Y que sea lo que Dios quiera.